Entonces lo primero es educar con calidad, instruir, dar herramientas para que esas causas se minimicen. Prevenir muchas veces a los progenitores para que cuiden a sus hijos, instruir a los niños y niñas para que no se expongan. Minimizar realmente, no por solo decreto, las condiciones de pobreza. Dar educación de calidad. Establecer protocolos reales y eficaces para que las autoridades actúen inmediatamente ante el peligro. Que las autoridades que deben proteger a la familia cesen de actuar como victimarios. Formar funcionarios capaces para evitar el vencimiento de términos y la impunidad. Ruego a los lectores que me ayuden para completar o corregir esta lista.
Entonces lo que necesitamos NO SON CADENAS PERPETUAS, sino garantías perpetuas de derechos de niños y niñas y de todas las demás personas que vivimos en Colombia. Mientras subsista la pobreza, la inequidad, la falta de educación de calidad, la falta de vivienda digna, la cultura machista, en por lo menos el 50% de las familias que viven en Colombia, los delitos contra la familia seguirán en crecimiento tal como lo demuestra el crecimiento de la violencia intrafamiliar, el asesinato de mujeres que aumenta en mayor proporción que el incremento de las penas populistas que se han dictado para minimizar estos delitos.
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