DIA SIN CELOS NI VIOLENCIA

Los celos son “Sentimiento penoso experimentado por una persona por ver que otra cuyo cariño o amor desearía para sí sola lo comparte con una tercera, o por ver que otra persona es preferida a ella misma por alguien.”

Este sentimiento no es natural, sino cultural. Así como al ser humano le enseñaron a ser celoso, también le pueden enseñar a no ser celoso y a controlar sus celos para que no haga daño, ni delinca.

Los celos se relacionan con el amor, el sexo, el deber de convivir y muy especialmente con el débito sexual y afectivo de la mujer. Al hombre le enseñaron la brutal sentencia de que “si no eres para mí, no eres para nadie” y cuando la mujer decide liberarse de esa dictadura, de ese poder de amo, entonces el hombre se arroga el poder de reprender, lesionar hasta de matar y de matarse. ¡Soberana estupidez!

Los celos han generado e inspirado guerras como la de Troya, tragedias como Otelo y óperas famosas como Carmen. Poesías como Tengo celos de ti, de Pedro Matta y miles de canciones como La Celosa del maestro Rafael Escalona: “Si me encuentro alguna amiga que me brinde su cariño yo le digo que la quiero… Todos esos son amores pasajeros y a mi casa vuelvo siempre completito. Negra no me celes tanto, déjame gozar la vida.”

En las sociedades en las que se toleran la bigamia y la poligamia, no hay celos entre las mujeres que comparten un hombre. Culturalmente no se acepta que una mujer tenga varios hombres. Por excepción lo acepta el amante clandestino.

Hay que distinguir la poligamia de la promiscuidad y la prostitución. La poligamia supone relaciones estables. La promiscuidad puede ser pasajera sin pago en dinero. La prostitución es cambio de sexo por pago que puede ser en dinero o en especie. En la sociedad del siglo XXI se proclama la libertad sexual, el libre desarrollo de la personalidad, la propiedad sobre el cuerpo y el derecho a tener sexo sin importar las circunstancias. Las relaciones efímeras con aparente afecto pueden considerarse engaños y el engañado siente deseos de venganza y esa venganza alimenta actos brutales de violencia.

Un día mundial sin celos no es una utopía. Sería el resultado de una tarea compleja en la que intervendrían con propósitos pedagógicos de tolerancia y respeto los ministerios de familia, cultura, educación, salud, trabajo, justicia, los organismos defensores de la niñez, la mujer y la familia, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, las instituciones educativas, la radio, televisión, prensa, redes en general, psiquiatras, psicólogos, pedagogos, médicos familiares, abogados penalistas y de familia, fiscalía, defensores de derechos humanos, policía de infancia y adolescencia, comisarías de familia, expendedores de licor, apologistas de música que promueve la violencia y la represalia afectiva y en los diferentes países los organismos pares a los mencionados.

Un día mundial sin celos tendrá como efecto minimizar todas las formas de violencia ejercidas por los celosos y celosas. Debe irradiar tolerancia durante todos los días del año y la limitación de la apología del odio, la represalia y el desquite. Y deberá formar una cultura sólida para que las personas entiendan que el llamado delito pasional no existe y que todo acto de violencia motivado por intolerancia, revancha afectiva, creencia de que el actor es dueño del cariño o amor de una persona es delito agravado y sancionado con la máxima pena contemplada en el Código penal.

Propongo que el día mundial sin celos se realice el último sábado de mayo y el último sábado de noviembre, ambos extendidos hasta el domingo siguiente. Noventa y seis horas de inmersión total en cultura de tolerancia, civilidad y respeto que tendrían amplio espectro en todas las restantes horas del año.