CARTA DE UN HIJO NO ENGENDRADO (II parte)

CARTA DE UN HIJO NO ENGENDRADO (II parte)

DIPLOMADO EN EDUCACIÓN PARA LA VIDA EN FAMILIA (228)

Carlos Fradique-Méndez
Abogado de Familia y para la Familia

De nuevo llamo la atención sobre tres temas que me parecen importantes para luchar contra la pobreza y la educación e ilustración de baja calidad. El primero es que seamos progenitores responsables, el segundo que aprendamos el manejo prudente de nuestra economía doméstica para evitar endeudamientos que nos pueden llevar a la quiebra y el tercero, que eduquemos para que logremos la meta de CERO EMBARAZOS EN Y POR ADOLESCENTES.

Y quien mejor que un hijo no engendrado para hacernos caer en la cuenta de que no podemos darle vida si no contamos con lo necesario para garantizarle sus derechos fundamentales para que tenga una vida digna.

En esta entrega transcribo la segunda parte de lo que llamo CARTA DE UN HIJO NO ENGENDRADO, escrita en Octubre de 2005 y que tiene plena vigencia.

“VEO CONFUSIÓN Y CAOS

Hay confusión y caos. Me atormenta el cuadro horrible del grito, del golpe, del maltrato. Todos a una, de todos los niveles, colores y pasiones, de todas las naciones causan dolor y parecen gozar con el sufrimiento de sus hijos. Es como el llanto desgarrador que describe el Apocalipsis.

Y ahora se aumentan mis lágrimas. El látigo enfurece la calma del ambiente, las palabras impropias lesionan el corazón, las manos rudas de los cuidadores de los infantes se estrellan en sus cabecitas indefensas; los bracitos de los niños y niñas se extienden en forma de cruz jalonados por sus padres quienes luchan brutalmente para ganarlos en tristes batallas ante funcionarios indolentes, que ignoran la realidad de los remedos de hogar de los menores, hogares maltrechos desde hace mucho tiempo. Siento que muchos de esos niños nunca han tenido un hogar.

MUCHOS NIÑOS SON GOLPEADOS

A los niños les duele el cuerpo entero y tratan de ocultar sus hematomas físicos, pero en sus rostros inocentes es imposible que no reflejen el dolor que llevan en sus almas, causado por papás y mamás y otros que dicen pertenecer a su familia, quienes a sí mismos se proclaman inocentes y víctimas, e ignoran a las verdaderas víctimas.

Desde lejos, ojos amedrentados me lanzan miradas de terror y desamor. Esos niños no tuvieron un abrazo, ni un te quiero y no han escuchado la dulce voz de uno de sus padres que les puedan dar cariño y alegría. Sus vidas son historias repetidas de tristezas y desafectos. No han tenido padres, ni familia, ni patria, aun cuando la ley les permite soñar que, por lo menos teóricamente, tienen padres, familia y patria.

Y aparece gigante el poder oculto del dinero y el delito. Veo niños y niñas vestidos con linos hechos de plumas de harina que corrompe. Y los que están en brazos de las madres que mendigan o de padres que enseñan el arte de mentir y de engañar para obtener dinero fácil.

Y aquellos niños en los estrados judiciales, que año tras año sirven de mampara para el pleito, la mayor de las veces sin razón, patrocinado por el experto en manejar la ley para minimizar o engañar la justicia.

LOS NIÑOS COMO ESCUDOS DE GUERRA

Mientras tenga los niños tengo el poder, dicen los padres que poco les importa el mañana de sus hijos. Solo cultivan su ego y su afán de victoria, siempre pírrica porque nadie sanará las lesiones que dejan en sus hijos.

Son millones los niños a quienes les han robado el sueño de tener una sonrisa y un futuro feliz. Son millones los niños que tienen vida biológica, pero son cadáveres sin afecto, ni amor.

En un pequeño espacio del planeta atisbo luces de esperanza. Escucho risas infantiles, veo padres unidos que juegan con sus hijos, se abrazan y cantan a la vida. Era imposible no encontrar un refugio de familias felices. Sus hogares tienen un inmenso letrero que puede iluminar el universo: Paz y amor.

Fatigado por el dolor me alejo de la tierra y doy gracias a la Divina Providencia porque solo conoceré a quienes serán mis padres cuando ellos decidan engendrarme al estar seguros, en gran parte, de que podrán llevarme a vivir en ese oasis de alegría, que encontré en la que puede llegar a ser mi tierra. Yo se que no es mucho el esfuerzo que deben hacer para ofrecerme esa garantía y trabajar por su permanencia en un hogar que puede ser feliz.

GRACIAS POR NO DARME VIDA TODAVÍA

Gracias por no darme todavía la vida para no tener vida y por seguir luchando para que algún día, antes de que los soberbios dueños del poder destruyan el mundo, los hogares y padres sean prósperas semillas de sana convivencia.”

Cultivemos la paz, el amor y la concordia en nuestras familias, en nuestra sociedad y en Colombia para tener personas que rindan honor a su cultura de bondad para solucionar con prudencia sus conflictos.

Bogotá, del 3 al 9 de junio de 2019.

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