LOS HIJOS ESPEJOS DE LOS PADRES

El gran filósofo español, Don José Ortega y Gasset, condensó la frase “El hombre es él y sus circunstancias”. También se ha dicho que “El hombre es el arquitecto de su propio destino” y que “Si bien yo no puedo cambiar la dirección de los vientos, si puedo cambiar la dirección de mis velas.” Y en términos populares se afirma que una persona es feliz si a bien lo tiene, o infeliz si así lo decide. Platón dijo que “El hombre inteligente habla con autoridad cuando dirige su propia vida”
En la neurolingüística se afirma que el ser humano actúa según sus palabras y habla según sus pensamientos. Y hay quienes afirman que todos podemos cambiar para mejorar nuestra vida. También hay quienes afirman que bajar de peso es tan fácil como cambiar de dieta para comer menos harinas, menos dulce, menos gaseosas, todo complementado con buena vida afectiva y ejercicio diario. En teoría todo esto es fácil. En la práctica es muy difícil porque tenemos moldes culturales que parecen irreversibles.

La genética, la herencia cultural, las costumbres, las ideas, la espiritualidad y la formación académica en gran parte vienen de la familia y cuando no hay familia de quienes nos crían en los primeros siete años de años de vida, a los que hay que sumar los dos anteriores al nacimiento y en especial el del embarazo.

Un hijo aprende lo que ve y lo que le enseñan, o mejor lo que aprende de sus padres. Los hijos son genio y figura de sus padres. Y a veces lo son hasta la sepultura. Esto quiere decir que las virtudes y los defectos, las actitudes que los hijos aprenden de quienes los crían, los seguirán toda la vida, sin que esto signifique que no haya posibilidades de cambiar. Los cambios se dan por experiencias fuertes, culturización con actitud deliberada de cambiar, por la educación recibida de personas con autoridad que marquen el futuro de sus educandos.

Los hijos aprenden el lenguaje de sus padres, su acento, su cadencia, sus dichos, sus gestos. En la práctica hay hijos que hablan idéntico a sus padres y hasta pueden pasar por ellos. Los hijos aprenden la espiritualidad de los padres. Las fuertes controversias que en el mundo actual se dan frente a la Fe, a la existencia de un Ser Superior, y por sobretodo de la credibilidad de los líderes religiosos, hace que las personas cambien a veces radicalmente frente a sus creencias.

Los hijos aprenden de sus padres a responder frente a los problemas de la vida. La pereza, la paciencia, la resignación, la rebeldía, el cumplimiento del deber, el respeto, la solidaridad, la amistad marcan la vida de los seres humanos y en buena manera su destino. Cuando el padre le pide a su hijo que diga que no está cuando llama el cobrador, le está enseñando a mentir y es posible que a violar el patrimonio de los demás. Cuando el padre le recomienda a sus hijos que no se dejen, que respondan ante la agresión es probable que les estén enseñando a lesionar y a responder con violencia sin importar que puedan atentar contra la vida de los demás.

Si un padre les hace las tareas a sus hijos y les ayuda en la innoble misión del copia y pegue, les está enseñando a plagiar, a mentir, a engañar. En cambio si los orienta con responsabilidad y confirma que han entendido la lección y les estimula para que investiguen más allá de la meta fijada por los maestros, les está infundiendo amor por la ciencia y cultura de autoaprendizaje y los forma exitosos.
Si un padre o madre observa comportamientos inadecuados en sus hijos, especialmente en su infancia y adolescencia, no los debe castigar porque esos hijos son su espejo. Padres, comprendan que cometieron errores en la crianza y que deben corregir esos errores.

Nunca es tarde para corregir errores. Errar es humano, pero permanecer en el error es de locos.