LA FAMILIA QUE LA CONSTITUCIÓN QUIERE

La Constitución de 1.991 dispone que “la familia es la institución o el núcleo fundamental de la sociedad” y este mandato no es ajeno a los fines del Estado, especialmente el relacionado con el aseguramiento de la convivencia pacífica entre los ciudadanos.

Cuando La Constitución dice que El Estado debe amparar la familia como institución básica de la sociedad, impone a las distintas ramas del poder público la obligación de realizar todo lo que esté a su alcance para que la familia permanezca unida, fuerte, pacífica, porque si El Estado es la suma de familias, en cuanto fallen las partes, necesariamente fallará el todo.

La Constitución quiere una familia que tenga origen en la voluntad libre, pero responsable de la pareja, manifestada por medio de la ceremonia del matrimonio o por la decisión responsable, libre, solidaria, autónoma y privada de los integrantes de la pareja.

La Constitución quiere una familia en la que cada uno de sus integrantes, sin perder sus derechos, cumpla con las obligaciones que tiene frente a su compañero(a) y por sobre todo frente a sus hijos. La Constitución entiende que la vida en pareja demanda una limitación a los derechos de cada de los integrantes de la familia a cambio de su enriquecimiento afectivo, humano y societario.

La Constitución quiere una familia que viva en permanente búsqueda de la PAZ, porque sabe que “si no hay paz en las familias, no hay paz en la naciones y sin paz no es posible rehacer el mundo.” Por esta razón se sanciona toda forma de vio¬lencia ya sea familiar o extrafamiliar, porque la violencia destruye la armonía y la unidad de la familia.

La Constitución quiere que la pareja encuentre alternativas para sustituir la violencia física, moral, económica, sexual o académica, para lograr una sana convivencia pacífica entre los habitantes del País.

La Constitución quiere una familia que crezca unida bajo la dirección de dos gerentes que se respetan entre sí y ejercen sus derechos y deberes de manera responsable. Por esa razón está prohibido en la pareja toda forma de abuso, extralimitación de funciones, abuso de poder. La igualdad de derechos y obligaciones del hombre y la mujer no es una simple expresión retórica, sino una premisa pedagógica que debe ori¬entar todos los actos que enriquecen la vida familiar.

La Constitución quiere una familia integrada por mamá, papá e hijos, pero éstos sólo en el número que aquellos pueden formarlos, criarlos y hacerlos excelentes ciudadanos. La Constitución no quiere hijos inde¬seados, que no tengan garantizada su dignidad.

La Constitución quiere una familia en la que los padres den a sus hijos cuidado, amor y respeto y quiere que su unidad no se rompa para que los hijos la tengan siempre, como que no es lícito ni siquiera separarlos del núcleo familiar.

La Constitución quiere una familia en la que la opción del rompimiento, bien por separación, bien por divorcio, sea el último recurso a que deba recurrir la pareja, luego de agotar todo lo que humanamente debe hacer para perseverar en el matrimonio sin importar su origen o condición.

La Constitución quiere una familia fuerte, sólida, amorosa, que sea capaz de concurrir con El Estado y la sociedad en la protección integral de la vida y en el respeto a la dignidad humana.

Y es que La Constitución sabe que un Estado que no tiene familias fuertes es tierra abonada para la miseria, la violencia, la anarquía, el atraso científico, la drogadicción, la corrupción, el delito. Por desgracia nuestra Patria a diario sufre el dolor de la desintegración de sus familias y muchos de sus jóvenes crecen con una cierta animadversión hacia la vida respetuosa en pareja y prefieren la clandestinidad, el no compro¬miso, el madresolismo, el padresolismo, la soledad afectiva.